Nos remontamos hasta la primavera del 2018 para contar una historia deportiva que no deja indiferente a nadie.
En esta époco en la que aun sigue el frio del invierno y los días empiezan a ser mas largos, en el norte de Europa se disputan las carreras de ciclismo mas bonitas de toda la temporada, por carreteras empedradas.
El protagonista de esta historia es un corredor de Lituania, Evaldas Siskevicius, que yo si fuera el presidente de Lituania le ponía el nombre a una calle, no como en ciertos países que siguen honrando a miserables con sus nombres en plazas y barrios, este si que es un héroe.
Al lio, se disputa la Paris Roubaix, una carrera declarada monumento y el bueno de Evaldas trabajaba para su líder y tras hacer su trabajo, el ciclista ya con las fuerzas al limite se descuelga siendo cogido por el coche escoba. Lejos de abandonar, decide continuar y terminar la carrera a toda costa. Cuando aun le quedaban 30 KMS para terminar le comunican que la cabeza de carrera ya ha llegado a meta y el ganador no es otro que Peter Sagan. Entonces sufre un pinchazo, su coche de apoyo es remolcado por avería, la cosa no podía empeorar mas, Siskevicius se baja apresurado de la bicicleta y va corriendo en busca de una rueda para seguir su marcha.
Finalmente llega al velódromo de Roubaix donde ya se habían entregado los premios a los ganadores y el personal encargado estaba cerrando las puertas.. Pidió que le abrieran y para dar su vuelta de honor y finalizar honradamente esta carera.
Como dice la canción no hay que llegar primero pero hay que saber llegar.
La cosa no queda ahí.
En la primavera de este año, en la disputa de esta misma carrera, Evaldas demostró su valía y llegó en décima posición, a la par de los grandes especialistas.
El dopata
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